sábado, 1 de agosto de 2009

El periodista que todos llevamos dentro...

Siempre he defendido que esta profesión es, probablemente, de las más vocacionales que existen. No es la primera vez que comento este pensamiento en esta página. El motivo por el que hoy vuelve a salir a la luz es que ayer asistí al bautizo periodístico de mis amigos.
Puede que la gente de País Vasco, sobre todo de Álava que lea este artículo ya sepa que ayer un hombre desapareció en las aguas del pantano de Vitoria, concretamente el suceso tuvo lugar en la parte de Landa. Hacia las 17:15 de la tarde todos los que disfrutabamos de un día de sol en este municipio alavés tuvimos que levantarnos apresuradamente de las toallas para dejar pasar a un patrol de la ertzaintza y a una ambulancia.
Cundió la confusión, "¿Qué habrá pasado?", "ha tenido que ser algo grave porque mira que velocidad traen..." El punto álgido de la curiosidad llegó junto al helicóptero de la policía autónoma, en cuanto el aparato asomó por el cielo de Landa muchos fueron los curiosos que se acercaron hasta la orilla. Nosotros no quisimos acudir, intentamos con todas nuestras fuerzas controlar el morbo que nos obligaba, eso sí, a dirigir nuestras miradas a una misma dirección.
La familia que teníamos a nuestro lado también decidió quedarse junto a sus pertenencias, enviaron, eso sí, a uno de los niños como corresponsal a la orilla. Gracias a la costumbre de los críos de hablar a gritos nos enteramos del dramático suceso. Al parecer un matrimonio se había adentrado en las aguas del pantano en una barca hinchable que volcó. La mujer logró llegar hasta la orilla y dar el aviso a los socorristas, el hombre no tuvo suerte.
Una tragedia, que duda cabe. Sales de casa para disfrutar de una agradable tarde de verano y nunca regresas . Una familia destrozada para siempre que sin embargo, sólo merece un pequeño espacio en los diarios del día siguiente. En algunos ni siquiera aparece. Pero para mis amigos este suceso representó lo que yo he llamado su bautizo periodístico. Un suceso que vivieron en primera persona. Vieron el helicóptero, la ambulancia, la gente horrorizada según íbamos sabiendo más cosas de lo ocurrido. Estaban locos por llegar a casa y poner la tele para ver "su noticia" en los informativos, y hoy todos ellos han salido a comprar los periódicos regionales y verlo publicado.
Esta experiencia que, seguro, han vivido muchas personas y que a priori no tiene nada de especial, es lo que se llama la vocación periodística. Lo importante es poder estar allí donde suceden las cosas, vivirlas en primera persona, sin que nadie nos lo cuente, verlo con nuestros propios ojos. Una sensación que se convierte en orgullo cuando además ves publicado, en el formato que sea, aquello que tú has presenciado. Ese gusanillo, ese punto de curiosidad y de sentirse protagonista sin serlo es lo que mueve a muchas personas a acudir a países en guerra, a cumbres políticas dónde se deciden las cosas importantes... a cruzar el mundo sólo para ver una inauguración de los juegos olímpicos o para acudir al funeral de un Papa... poder decir "Yo estuve allí, por un momento fui parte de la Historia". Eso es lo que vivieron mis amigos ayer por la tarde en Landa.